martes, 24 de enero de 2012

AÑORANZA - Capítulos I y II

CAPÍTULO I


Harta de tanto calor, cogí una mochila y la llene con cuatro cosas. Necesitaba salir de la ciudad. No se podía respirar y lo peor, el aburrimiento y el sofoco mermaban las ganas de hacer nada ¡nada!

En la estación tome el primer tren que salía hacia la playa. No importaba donde, solo un poco de brisa, mar y sol para mi cuerpo sediento de algo
más que el agobio de la ciudad. Empecé a relajarme, me gusta su vaivén lánguido, casi sensual. Sin saber ni pensar hacia dónde iba, cerré los ojos y me dormí. Desperté sobresaltada al sonar por megafonía el nombre de final de parada…El subconsciente o el destino me llevaba donde jure que jamás volvería. Hacía años que no me permitía pensar en lo que paso, en los sentimientos vertidos en esas noches de mar y arena, en sus manos, en él.

Baje  como una autómata. Anochecía  y sería difícil encontrar alojamiento. Sin pensarlo me dirigí a la playa que tan bien conocía, poco había cambiado. Encontré la gruta, la que fue mi primera guarida, donde pasaba las horas muertas mirando las olas, meditando. El mar con su arrulló  de sirena acunaban mi alma, y mi cuerpo se entregó  agotado a tan intensa jornada…inquieta, me dormí.


Algo tapaba el sol que entraba por la grieta de la cueva. Sentí como me levantaban, como me sacudían y arrastraban por toda la playa hasta la carretera. Solo me dio tiempo a coger mi mochila y a procurar no perderla en tan sorprendente despertar. Sin mediar palabra me sentó dentro del todoterreno. No me hacía falta mirar para saber quién era (tampoco me atrevía) ¿Cómo se había enterado de mi presencia?
El coche recorría el borde de un acantilado hasta llegar a la cima en un gran saliente. Entonces vi la casa, construida formando un balcón de piedra  levitando sobre el mar, toda blanca, majestuosa…De un salto, salió del coche entrando en la sombra del porche. Fue entonces cuando me miro por primera vez a los ojos, retándome a entrar…siempre desafiante y con poca paciencia. Entre ¡qué remedio! no podía hacer otra cosa…
Pensé que estaba en el paraíso, no podía dejar de mirar, de admirar la belleza que derrochaba  cada rincón, de sentir que estaba construida y dedicada al placer en todos los sentidos. Entonces me fije… Esperando la señal para moverse a las órdenes del Amo. Postradas de rodillas esperaban dos chicas  desnudas, sin más adorno que su collar de esclavas, con la marca de propiedad  a fuego en sus hombros. Bellamente maquilladas, el pelo recogido en un rodete a la altura de la nuca, completamente depiladas, perfectas y sumamente ¡hermosas!

-La Dama está cansada y hambrienta, acompañarla a su habitación. Sus deseos son órdenes ¿COMPRENDIDO?- Dicho esto, desapareció por el inmenso pasillo.
En mi cuarto me esperaba un suculento desayuno. La verdad, tenía muchísima hambre y comí como una loba hasta saciarme. Mientras las dos perritas recogían los restos del banquete vi cómo se miraban entre ellas. No tenían permitido mirarme ni hablar a no ser que les preguntase. Pero no pude…Llamaron a la puesta. A mi orden entro una esclava que no había visto antes, más hermosa que las otras si cabe. También estaba desnuda pero tenía el pelo suelto, rizado, largo hasta la cintura, depilada y con iguales adornos, pero esta era diferente. En su sexo, el clítoris y los labios mayores estaban anillados, cruzados y cerrados con un pequeño candado de oro. Deduje que era para su uso particular, única y exclusivamente. Además de tener privilegios que las de más no tenían…como hablarme.
-¿Espero que todo esté al gusto de la Dama? El nombre que me dio El Amo es Lía, para servirla. Mi Amo le ruega que cene esta noche con él. Mientras, puede visitar la mansión si desea o dejar que Naya y Elia la atiendan…Las señalo con su mano.
La idea me pareció de lo más interesante…
-Creo que me dejare mimar, un baño no estaría mal…
Sumergida en una bañera que parecía una piscina, con las dos perritas frotando mi cuerpo con sus suaves manos…Después un masaje con aceites perfumados, luego…la comida de coño a dos bocas más intensa en mucho tiempo. Con semejante relajación me dormí ¡otra vez!


CAPITULO-II

Ya había anochecido cuando lía entro en la alcoba. Encendió una lámpara para ver cómo estaba. Dulcemente, me dijo al oído.
-Es hora de arreglarse, el Amo la espera.
Salte de la cama como un resorte. Mientras lía se sonreía sin decir palabra. De un armario saco un vestido y zapatos. De un cajón, una joya, que al igual que la ropa, reconocí al instante. Eran mías. Fueron mías…
-No se sorprenda Dama. Sé que esto le parecerá extraño, pero Amo las ha guardado para cuando volviera. También sé que le dio su nombre “Deseo” y que la espera con impaciencia después de tanto tiempo. Vamos, démonos prisa, Él espera.

Me deje vestir y maquillar. El vestido era su favorito, negro, transparente, con la espalda al aire. Diminutas gotas de cristal hacían brillar la tela a cada movimiento. Sin ropa interior el efecto era más sensual y excitante. Los zapatos de tacón de aguja y la joya…Mi collar de sumisa, tiras de diamantes engarzados con la forma del símbolo del infinito. De amor eterno. Me mire al espejo, reconocí a la muchacha que fui y sentí miedo. Miedo de ser aun su esclava.
Lía me condujo hasta el salón. Allí estaba, alto, fuerte, imponente. Se dio la vuelta y me miro como a un espejismo, algo soñado e inalcanzable.
-¿No te postras ante mi presencia? - Casi una súplica más que una pregunta.

-¡Jamás! y lo sabes. No sé cómo te has enterado de mi presencia, pero mañana me voy. Hoy no me has dejado opción. Esta será la última noche que nos veamos. Si tienes algo que decir, hazlo  ahora, mañana ya será tarde.
Raúl luchaba por contener toda la ira y el deseo que mi presencia le provocaba. En dos zancadas se puso a mi altura. Su mirada penetro hasta el fondo de mis pupilas, y como siempre empecé a flaquear. Con suma delicadeza deslizo sus dedos por mi rostro, rozando mis labios con las yemas de sus dedos. Con una sola mano tomo ni cara y con fuerza la acerco a su boca. El beso fue largo, intenso…Aun recordaba esos besos. Besos que un día quemaban mis entrañas y hacían que me plegara a todas sus fantasías.
Su pelo negro empezaba a encanecer por las sienes, le daba un aire a un más interesante. Alrededor de los ojos, pequeñas arrugas aparecían  visibles solo cuando sonreía,  con esa picardía que siempre fue tan seductora. Por lo demás estaba igual, se cuidaba. En conjunto era el hombre que conocí, en carne mortal (para mi desgracia)
-¿Vamos a cenar mi Dama?
Ya en la terraza, con la luna de faro y de fondo el sonido del mar, estaba dispuesta una mesita con velas y una rosa encima de mi plato. Mientras Lía servía la comida el lleno las copas de vino con delicadeza. Sonreía al ver como la flor rozaba mi nariz al oler su aroma.
-Por fin estas aquí.  Todo lo que ves es para ti.- Abarco con sus brazos todo el espacio a su alrededor.- ¡Todo! Te prometí un palacio ¿recuerdas?  Un palacio de oro. Me he matado para conseguirlo sabiendo que volverías…y ahora no te dejare marchar.
Esperaba mi contestación. En mi interior estallaron los recuerdos. Todo lo que durante años dormían en la herida que dejo en mi corazón ¿Pretendía comprarme? ¿Cómo se atrevía?
La rosa acabo deshecha  en mi puño…arrojándola en la mesa empecé a escupir las palabras que salían de mi boca en una cascada de amargura y desilusión.
-Después de tanto tiempo ¿Qué esperas de mí?  Que olvide todo por un ¡PALACIO! Ha sido un error, me voy…
Al levantarme de la silla, me agarro por los brazos abrazándome con tanta fuerza que casi me derriba junto con la silla. Balbuceaba mientras me besaba la cara, las manos que intentaban separarlo…
Me deshice del abrazo. Con todas mis fuerzas arranque el maldito collar del cuello  tirándoselo a la cara.  El desprecio que sentía en ese momento me cegó. Tire del vestido que hecho jirones quedo en el suelo y le arroje los zapatos ¡QUERIA MATARLO!


Desnuda, corrí  hasta mi habitación entre lágrimas de rabia e indignación. Entre directamente al baño, quería quitarme todo su olor…El agua de la ducha se mezclaba con mis lágrimas, no veía nada entre la cortina que empañaba mis ojos. Pero ahí estaba él, esperando…No le vi hasta que me atrapo con una toalla, sujetándome de forma que esta vez no pude escapar.
-No ira a ninguna parte – Susurro en mi oído con voz decidida.
Sin esfuerzo, como un fardo en su hombro salió del baño, tirándome en la cama. Con su cuerpo encima del mío, a horcajadas (no podía moverme) con el cordón de un cortinaje ato mis manos al cabecero. Mientras, yo intentaba golpearlo, escapar…grite y patalee. El seguía en el empeño de sujetarme. Las piernas acabaron de la misma manera que las manos. Ya no podía salir corriendo.  Empezó a desnudarse mientras hablaba de nosotros…Cuando me localizo, (siempre  supo donde vivía) Soñaba que volviera por Él. Esperando, siempre esperando, mientras yo…vivía mi vida. Comprender porque me fui ¿Por qué le abandone?

Intente que entrara en razón, pero estaba ciego y sordo a mis suplicas…

(L.E.D.D)

2 comentarios:

  1. Maravilloso relato, Dama Deseo. Me muero de ganas de poder leer mas... Mis felicitaciones y mis respetos.

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