viernes, 27 de enero de 2012

AÑORANZA - Capítulos III y IV

CAPÍTULO-III

-TODO VOLVERA A SER COMO ANTES, COMO TIENEN QUE SER…¡¡ERES MÍA!!
Dejo de hablar y se tumbó a mi lado. Con sus dedos  jugaba con mi oreja, bajando por el cuello donde abrió la mano y me agarro por él. Encima de mí, cara a cara, secando mis lágrimas, besando, lamiendo cada gota de sal. Despacio fue bajando la mano…los pezones erectos fueron su objetivo. Al principio fue tierno, los beso y succiono…las caricias fueron en aumento y termino mordiendo con ansia, apretándolos con sus manos (una deliciosa tortura)  ¡Estaba ido de placer! Al levantarse pude ver su miembro, empalmado y dispuesto.


-Esto te gustaba ¿recuerdas?-  De la cómoda saco un pañuelo de seda. Tapándome los ojos y dándome la vuelta boca abajo (aun atada de pies y manos)- Ahora será más “excitante” Relájate amor…
Sentí el primer aguijón en mi piel, siguieron más…Con su cinturón como látigo descargaba toda su excitación en mi culo. Intente no quejarme, pero no podía (hacía muchos años que no me sometían). Volvió a mi lado, acariciando mis nalgas lastimadas. Beso cada una de las marcas y soltó las ataduras de las piernas, abriéndolas. Cubrió mi cuerpo con el suyo. Penetro hasta el fondo con una sola embestida  ¡sentí morir de dolor y placer! a cada entrada yo correspondía,  arqueando mi espalda para que entrara más y llenara mi culo…cada beso, cada mordisco en mi cuello ¡fuego! Sus manos como garras por debajo de mi pecho, apretando los pezones, arañando mis tetas…De todas maneras imaginables poseyendo mi cuerpo y alma. No me importaba nada, el dolor se convirtió en placer. Sensaciones dormidas, latentes en mí ser…Una sola palabra de su boca ¡MÍA! A mi pesar, fui… ¡SUYA!


Después, saciado dormía plácidamente apoyado en mí vientre. Aun, con las manos atadas esperaba que despertase… No sé cuánto tiempo, supongo que toda la noche. El sol entraba por el balcón cuando llamaron a la puerta.
-Amo ¿puedo pasar? -Lía osaba interrumpir. Algo muy importante, si no el castigo seria ¡inimaginable!
Salto de la cama y abrió la puerta con tal impulso que reboto contra la pared. Oí como Lía suplicaba que la escuchara.  Hablaron durante un rato, pero no pude escuchar nada.
Entro de nuevo a la habitación tirándose en la cama, a mi lado. Contento me abrazo como un niño pequeño. Sus brazos y piernas  rodeándome  y el beso con tanta pasión que casi me ahoga…
- Tengo que irme, volveré en cuanto pueda.- me besaba mientras hablaba -Tengo trabajo y una sorpresa ¡te gustara! Por cierto, no intentes escapar.  Lía estará a tu disposición  haciéndote compañía - Lo dijo como advertencia…Y con esas me dejo, atada y custodiada.

En cuanto el Amo se fue Lía me desato. Intente incorporarme. Las horas en la misma postura hacían que mi cuerpo pareciera un palo, todo rígido…El dolor lo podía soportar, pero la vergüenza de aceptar que había disfrutado y admitir que algo de él aún vivía en mí…Con eso no podía... derrame toda mi impotencia.
Y llore. En silencio, llore en brazos de su esclava hasta que ya no quedo nada…nada porque llorar.
Acepte y asumí mi situación ¡DE MOMENTO!


CAPÍTULO-IV

Aparecieron Naya y Elia con comida, ropa y todo aquello  que necesitaba para mi aseo. Junto con Lía consiguieron que fuera persona otra vez. Más tarde, decidí que ya era hora de ver la casa. A Lía le gustó la idea, sonrió mientras me daba la mano. Me acompaño por la galería hasta un precioso  jardín y ahí nos tumbamos en el césped a tomar el sol que no veía desde hacía dos días.

-Dime ¿Por qué te fuiste? – Su mirada transmitía ternura…
-Una esclava no puede opinar sobre lo que le gusta o no. En ese momento decidí que mi presencia ya no era necesaria.
-Pero ¿una esclava no puede irse sin más? –Entendía  su interés e intente resumir sin contar más que lo justo.
-Lía, fui su esclava por decisión propia, sin contrato ni nada que me atase a él, solo el amor. Cuando nos conocimos no entendíamos de roles, solo una pareja que se deseaba de tal manera que nuestras tendencias se manifestaron con naturalidad. El Dominante, yo, su compañera, sumisa y enamorada. Teníamos una relación plena… Hasta que esta playa se convirtió en el paraíso clandestino de quien gustaba de este modo de vida. Gente con dinero e influencias, poderosa, famosa, sin escrúpulos a la hora de comerciar con carne humana. Para no aburrirse, entre ellos vendían o alquilaban sus propiedades…ya me entiendes. Nos relacionamos, empezamos a tener un nombre y una reputación. Cuando tienes poder y donde elegir…si eres una simple “esclava”, o lo asumes o como yo…te vas –Con su mirada expresaba que entendía de qué estaba hablando- ¡Ya está bien de charla! quiero un baño en el mar ¿hay alguna cala en este latifundio?
Pasamos el resto del día bañando nuestros cuerpos  desnudos, jugando entre las olas, riendo…Comimos en la playa, y por una tarde nos sentimos ¡libres!
Anochecía,  teníamos que volver para ver esa sorpresa que Raúl tenía preparada para mí. Al entrar en la casa todo era actividad…sumisos de ambos sexos aparecieron de la nada, todos con “uniforme” de servicio…Lía me arrastro hasta mi habitación, supongo que para que no hiciese preguntas…En cuanto entramos en la habitación se disculpó por tener que ausentarse…Tenia tareas que cumplir que no podía retrasar más.
Como ya era costumbre, mis dos perritas postradas de rodillas, esperaban para arreglarme y “hacerme compañía”. Después del aseo, abrieron el armario y sacaron varios vestidos y complementos para que eligiese lo que más me gustaba. Esta vez era todo nuevo, no faltaba de nada ¿sería esta la sorpresa? No, algo estaba tramando y faltaba poco para descubrirlo.
Me decidí por un corpiño rojo sangre de cuero pulido, Bien apretado, tan escotado que rebosaban  mis senos. En él, pequeñas tachuelas formando un dibujo muy tentador entre mis pechos,  junto con una falda negra entubada muy ajustada, por debajo de la rodilla con una raja por detrás, para ver el efecto de las piernas al andar. Liguero de satén sosteniendo las medias de cristal color carne y costura negra. Los zapatos de punta, rojos como el corsé  con altísimos tacones…Labios carmesí intenso, ojos rasgados que junto con el peinado (un moño italiano) sin más joyas que pendientes de azabache como lágrimas negras. Me daban un aire de  mujer fatal de los cincuenta.
Al mirar en el espejo pensé... ¡Esta soy yo! 

En ese momento entro Raúl. En la mano sostenía una careta de carnaval bellamente adornada. Negra, con ribetes  y cintas doradas que se acompañaba con  encaje a su  alrededor. Durante unos segundos no fue capaz de articular palabra. Con una caballerosa y teatral reverencia aprobó mí aspecto.
Una chispa de malicia escapaba de sus ojos. -Querida, has conseguido que los años hagan de ti una mujer aún más deseable.
Acercándose  rodeo mi cintura con el brazo apretando su cuerpo al mío. Oliendo el perfume de mi cuello, un leve roce, casi un beso, un suspiro que subía hacia mi boca…
-¡No! estropearas el maquillaje.
Aparte sutilmente la cara,  separándome de él, dejándolo con las ganas. Tenso, podía sentir su pulso acelerado…Incluso las perritas se escondieron en un rincón  a la espera del estallido. Pero no…
Respiro profundamente haciendo acopio de todo su autocontrol. Agarrándome por un brazo me arrastro ante el espejo. De frente, con él a mi espalda coloco la careta con cuidado, sin estropear ni un solo cabello,  ocultando mi rostro...Ya estaba lista para la “sorpresa”
-Nos esperan ¿Querida? – Me ofreciendo su brazo sin opción a replica.
La escalera en forma de semicírculo, terminaba justo en la entrada del gran salón. Mientras bajábamos, se oía música y murmullo de gente hablando. Antes del último tramo me pare. Desde esa posición se podía ver todo lo que sucedía. Los sumisos (ataviados para la ocasión) entraban y salían con bandejas de bebida y comida mientras los invitados esperaban al anfitrión.


-¿Fiesta o negocios? - Pregunte sabiendo cuanto le molestaría. Su cara era todo un poema cuando le mire con fingida candidez.
-Una fiesta en tu honor. Quiero que todos sepan que has vuelto…a su debido tiempo. Mientras juguemos con el misterio ¡Sera  divertido! ¿No te parece querida?  – La carcajada fue tan sonora que todo el mundo miro hacia nosotros…Ya no había vuelta atrás. Con tantos ojos analizándome, mi entrada tenía que ser como mínimo elegante y altiva…Descendí como una pluma sostenida por su mano…De la mano de Amo Luar.

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